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domingo, 24 de mayo de 2015

Contradicción permanente

La vida está llena de contradicciones y el baloncesto no iba a ser menos. La Final Four de la Euroliga disputada en Madrid no iba a ser menos. Ya en la primer semifinal comenzaron a aparecer. El CSKA, el mejor presupuesto de Europa con más de 40 millones de euros (eso es lo que ellos dicen, podría ser más) se enfrentaba al Olympiacos, campeón en 2012 y 2013. Los rusos eran los grandes favoritos al triunfo final y más con las ganas que tenían de dar una gran despedida del baloncesto a su gran estrella, a la máxima estrella rusa de este siglo, Andréi Kirilenko. Y todo parecía ir bien para los moscovitas que vencían por 9 a poco más de tres minutos para el final (63-54) y además conseguían que la gran estrella helena, Spanoulis, llegara a ese momento con 0 de 11 en tiros de campo. Pero llega la contradicción. Parcial 16 a 5 para los griegos con 5 puntos de Sloukas y 11 de Vassilis. Tres triples y una bomba, a cada cual más difícil, sentencian a CSKA y dinamitan la F4. Una máxima que se cumple. Nunca subestimes el corazón de un campeón. Y los de El Pireo lo son. 3 finales en 4 años. En cambio CSKA 2 títulos en 11 Final Four. El dinero no da la felicidad.
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La segunda final enfrentaba a los locales del Real Madrid con el Fenerbahce. Al  equipo con más experiencia (dos finales seguidas perdidas no se olvidan) contra el más bisoño pero con el mejor entrenador, Obradovic y sus 8 Copas de Europa ganadas, una con el Real Madrid de hecho. Y no hubo color, o mejor dicho sí lo hubo, el blanco. Un segundo cuarto inmenso (35-14) daba a los madridistas un +20 irrecuperable al descanso. Al final los turcos recortaron hasta dejar en 9 la diferencia final, 96-87. Pero la contradicción viene en que a pesar del buen partido de los Sergios, 13 puntos y 7 asistencias el Chacho, 12 y 9 Llull; los que de verdad dinamitaron el partido fueron tres fichajes de esta temporada, tres fichajes discutidos, por un rendimiento irregular pero que en la semifinal hicieron hincar la rodilla a Obradovic. Gustavo Ayón, el mexicano fue un titán en la zona y se fue a los 18 puntos, 7 rebotes, 6 asistencias y 30 de valoración. La zona fue dominio suyo. KC Rivers convirtió 5 de 6 en triples y se fue a los 17 puntos. El 6, 75 fue dominio suyo. El Chapu Nocioni acabó con 12 puntos, 6 rebotes. 7 faltas recibidas y un tapón celestial que levantó al Palacio de los Deportes. Pero ya hablaremos del Chapu en otro post.
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La final iba a enfrentar al Madrid con sus fantasmas, las dos finales seguidas perdidas en 2013 y 14, la primera de ellas precisamente ante Olympiacos, y perder la final en su propia casa eran los miedos que acechaban a los de Pablo Laso. El partido decisivo empezó muy igualado, con el Real Madrid asestando golpes y los griegos como siempre levantándose de la lona. A veces parecen invencibles. Pero no ese día. Su líder, Spanoulis fue ahogado por una excelsa defensa blanca que solo le permitió tirar 5 veces y anotar 3 puntos en toda la final.
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 Y en la Final Four de las contradicciones volvieron a ser los secundarios los que auparon al Madrid al podio. El lituano Maciulis con su intensidad y su 9+4, Jaycee Carroll; el microondas de los de Laso, intermitente muchas veces, apareció para anotar 11 tantos consecutivos y 16 en total. Y el Chapu otra vez, con 12 puntos y 7 rebotes. Cuando rugió después de un triple que daba 10 de ventaja, Olympiacos supo que no podía ganar. Que ese loco argentino no les iba a dejar. 78-59. Queda en los libros ya ese tanteo.
Llegó la Novena para los blancos. Llegó el MVP para un invitado inesperado. Llegó el éxito para un míster más discutido que nunca, Pablo Laso. Llegó la gloria esperada, a la tercera.
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